lunes, 31 de marzo de 2014

Algunos hombres buenos y cabreados: A.Dean Lindsy, dueño del mundo.


Muy buenas noches una vez más. 
Investigando esto de las cosas curiosas e inexplicables hemos encontrado una historia curiosa a cerca de un individuo que tuvo la feliz idea de auto plocamarse señor de los mundos y lo hizo de manera LEGAL !!!!. Comencemos.

El 15 de junio de 1936, A. Dean Lindsay, vecino de la localidad estadounidense de Ocilla, Georgia, presentó ante notario una escritura pública en la que reclamaba, al no tener dueño reconocido, «la propiedad de todos los planetas (excepto la Tierra), satélites y otras materias, que serán reconocidas desde ahora como Archapellago de A.D. Lindsay». Aunque pueda parecer una broma, no lo es, y su pretensión, tras superar diversos trámites, quedó reflejada y puede ser consultada en el Registro de la Propiedad del condado de Irwin, libro 11 del año 1937, páginas 28 y 29. Para mayor asombro, al cabo de un año, la fama de Lindsay comenzó a extenderse por todo EEUU. En la radio se hablaba como «el hombre más rico de todos los tiempos» y desde distintas partes del mundo recibió ofertas para comprarle la Luna, una estrella o una constelación. Pero Lindsay nunca accedió, ya que sus ambiciosos planes contemplaban, en un futuro más o menos cercano, el aprovechamiento comercial de sus propiedades, para lo cual se preocupó también de registrar sus derechos de explotación. Pero Lindsay cometió un error que le privó de convertirle en el dueño absoluto del Universo: omitió mencionar «las regiones relativamente vacías del Universo fuera de las atmósferas de los cuerpos celestes», o lo que es lo mismo, el espacio exterior. 
Ese imperdonable descuido fue aprovechado por James Thomas Mangan, quien lo reclamó para sí el 20 de diciembre de 1948. Margan adornó su proclamación con un aura benefactora, ya que, según él, con ello pretendía que ninguna nación pudiera implantar su hegemonía fuera de los límites de nuestro planeta. Al igual que Lindsay, registró su propiedad, a la que llamó «Celestia», en el registro del condado de Took, el 1 de enero de 1949, y ofreció la ciudadanía «a la gente simpática, donde quiera que viva, que desee disfrutar las bellezas y beneficios de una vasto dominio todavía no reclamado por ningún Estado». Ese magno día inaugural, la Nación del Espacio Celestial tenía una población de 19 habitantes, y diez años más tarde, había llegado a la asombrosa cifra de 19.057. En 1956 re realizó el que fue su primer mapa a una escala de 1 pulgada/250.000.000 años luz, y en 1957 la Oficina de Patentes y Marcas aprobó el uso del nombre de Celestia para denominar a la autoproclamada república monárquica. Mangan se tomó muy en serio su papel de líder, solicitó el ingreso en las Naciones Unidas, se dirigió a los ministerios de asuntos exteriores de numerosos países para darles a conocer su existencia y comunicó oficialmente a la Unión Soviética, Gran Bretaña y EEUU la prohibición de usar sin su permiso las regiones de más allá de nuestra atmósfera. Esto no era ninguna trivialidad, ya que impedía de manera formal la realización de pruebas nucleares, el envío de satélites artificiales e, incluso , que las ondas procedentes de estaciones de radio y televisiones ubicadas en la Tierra alcanzaran sus propiedades. No obstante, y como buen compatriota que era, en 1957 dispensó a los EEUU de tales limitaciones y le concedió una licencia especial para que pudiera lanzar satélites y realizar el primer viaje a la Luna, Como toda nación que se precie, Celestia contaba con su propia bandera, su escudo y su moneda de curso legal, el celestón, una pieza de oro de 2,20 gramos que ha alcanzado precios muy elevados las pocas ocasiones en que, dada su escasez, ha salido al mercado. Por supuesto, también contaba con su propia corte: su hija Ruth fue nombrada princesa de la Nación del Espacio Celestial y sus tres nietos fueron honrados con ducados de Selenia, Marte y la Vía Láctea. Con el tiempo, las pretensiones de Magan se fueron diluyendo y Celestia cayó en el olvido más absoluto tras su muerte en 1970.

Inmediatamente los ojos de mi fiel colaborador Antonio Castillo empezaron a dar vueltas, miraba al infinito, volvía a mirar a su alrededor, encendía un cigarro y lo apagaba al momento hasta que por fin dijo «lo tengooooooooooo!!!!!», me voy a auto proclamar señor y dueño de todo el oxigeno del planeta, ajajajjajajajjajajajaj, me voy a hacer multimillonario !!!!. Inmediatamente hizo una lista de tareas en su galaxy S algo.
  1. Pasarme por la notaría en la Alameda Principal. 
  2. Ponerme en contacto con Naciones Unidas
  3. comprar tabaco
  4. Ir al Registro de la Propiedad
  5. Ir al banco a dar mi número de cuenta para que las potencias me ingresen mi dinero.
Que contento iba Antonio a la notaría con todos sus papeles en la mano hasta que le dijeron que, efectivamente podía proclamarse dueño del oxígeno, pero sólo del que pudiera envasar. Tras una discusión con el señor notario y sus feligreses, llegó a la conclusión que era la única manera posible y desde hace cosa de dos meses tenemos a Antonio envasando oxigeno de Sierra Nevada en botella de 10 litros. Animo Antonio, que ya te queda menos para conseguir todo el oxígeno !!!. Si alguno de nuestros fieles seguidores quiere comprar alguna de las botellas de oxígeno de Antonio, pueden hacerlo a través de Amazon y de la Tienda en casa del Corte Inglés.

Un fuerte abrazo a todos. 
@maspomada

Jesús González.2014

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