domingo, 28 de junio de 2015

Desde Duke´s St. en Richmond ( London ). Terremoto de san Francisco !!!


Muy buenas noches una vez más.
Mi genial compañero de aventuras Antonio Castillo y yo nos hemos mudado a un pequeño loft en el exclusivo barrio de Richmond, más concretamente en Duke´s st. esquina con George st, que a su vez hace esquina con King´s st que a su vez hace esquina con algo. Hemos montado nuestra base de operaciones en la cocina, que es el lugar que más nos gusta y en el que disfrutamos como cerdillos truferos. El arrendador es un viejo militar jubilado del ejército inglés, un tal sir Alfred Downing Lancaster III. Este señor luchó en la Primera Guerra Mundial y a día de hoy con sus 146 años se conserva de maravilla, corre 12 kilómetros, nada, hace senderismo, paracaidismo y cada mes de julio se nos va a los san fermines, menudo es Alfredo, que dice que el secreto para llegar a su edad en tan buen estado es tomarse cada día una deliciosa infusión de orujo con menta y una lágrima de Martin Miller para desayunar y después tomarse cinco copas de coñac con moderación.
Dejando la presentación de nuestro arrendador a un lado, hoy vamos a hablar de uno de los peores terremotos sufridos, más concretamente el de San Francisco en 1906.

En la madrugada del 18 de abril de 1906 los californianos de San Francisco no sabían la que se les venía encima o más bien debajo en el subsuelo. En apenas unos minutos, un terremoto y los incendios posteriores les destruyeron más de media ciudad, les mataron a tres mil ciudadanos, dejaron a doscientos y pico mil sin casas y les metió un miedo en el cuerpo que todavía no se les ha ido. No hay día que no piensen en la que se les vendrá encima con el Big One. 
El terremoto de San Francisco tuvo una magnitud calculada entre 7 y 8; no se pudo precisar en aquel momento porque el señor Richter sólo tenía seis años aún. Es más, en aquel 1906, ni sabían lo que era la magnitud, ni que por debajo de San Francisco pasa una de las fallas más activas del mundo, a la que pusieron el nombre de apóstol, San Andrés; y ni mucho menos sabían qué era aquello de la tectónica de placas.
Al menos para eso sirvió el terremoto, porque aquel cataclismo fue el punto de partida para el estudio de las causas de los seísmos. Y las causas ya las tienen claras, y mucho más las consecuencias, pero la asignatura que aún está por aprobar es la de la predicción. Predecir un terremoto es, hoy por hoy, ciencia ficción. 
Lo peor del terremoto de San Francisco no fue la sucesión de temblores, sino los incendios que se desataron y que estuvieron devorando la ciudad durante cuatro día. El cálculo de muertos fue muy optimista al principio. Cuatrocientos y pico, dijeron, pero es que se habían olvidado de contar a los cientos y cientos de víctimas de los barrios chinos. Las cifras revisadas en 2005 hablan de tres mil muertos, y lo peor es que murió mucha más gente en los incendios que por el terremoto. Porque al final resulta que los terremotos son prácticamente inofensivos. Hasta el más fuerte de los registrados, si nos pillara en mitad del campo, como mucho nos sentaría de culo. Ya lo dicen los geólogos, el terremoto no mata, matan los edificios. De hecho, la falla de San Andrés provoca diez mil terremotos al año y ni se enteran.

Amigos, nos despedimos,  que esta noche sir Alfred va a narrar su participación en la batalla de El Burj, en el restaurante del hotel Savoy. Se ha vestido con su uniforme de gala, sable en mano junto a su quiropráctico nos va a realizar una pequeña demostración de unas 16 horas y 1 segundo de lo que fue aquella batalla. 

Un saludo a todos y en especial a Alí Reyes, que aún sigue tras la pista del montaje fotográfico del general McArthur en Filipinas. 
@maspomada

Jesús González. 2015














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